martes, 8 de marzo de 2011

17. DAVID GONZÁLEZ


Cuando se me presentó  el encargo de  confeccionar un libro colectivo de narrativa contemporánea y actual,  la única persona en la que pensé en ese preciso instante,  en ese espacio brevísimo de tiempo, es decir, en aquel  “eh tú, te vas encargar de esta historia”, el primer autor que me vino al tarro, digo,  ése  que ahí tenía que estar, sí o sí, o, si no nada de nada, ése  que tuve  muy claro que debía estar aquí, ése,  fue David González;  y si he de ajustarme a su obra literaria otro fundamento sería el que su relato “El debut del chico tatuado” -que particularmente escogí para Narrando Contracorriente- es, en mi opinión, uno de los mejores relatos de no ficción escritos en la actualidad y en este país, del que yo tenga conocimiento. Quizá, sólo quizá,  por mi juicio, merezca el aparecer en este libro colectivo.
G.B
David González (San Andrés de los Tacones, 1964) es poeta y narrador español. Dirige, desde los años noventa, la colección de poesía Zigurat, editada por el Ateneo Obrero de Gijón. Su producción literaria se entronca, ideológicamente, con la poesía de la conciencia, pero no con el realismo sucio ya que esta última corriente se caracteriza por su ficción autobiográfica, ni tampoco con la denominada poesía de la experiencia, ya que está última, según sus máximos representantes, es poesía de ficción, mientras que la literatura de David González, como él mismo la denomina, es poesía de no ficción. Varias notas comunes caracterizan para la crítica la obra de David González: autobiografismo, claridad enunciativa, narratividad, realismo, dureza, compromiso. Por otra parte, en su blog personal, en las ponencias realizadas en los encuentros Voces del extremo y en otros lugares, David González califica, precisamente, su producción como realista y comprometida. La obra de David González es resueltamente autobiográfica, por lo que los hechos más destacables se pueden rastrear en su propia producción. Procedente de una familia trabajadora de Asturias, la niñez y juventud de David González está marcada por la experiencia de la vida en la calle de barriadas obreras. En su primera juventud, participa en un atraco por el que es condenado a prisión. Allí, la poesía le sirve al autor para mantenerse a flote de la durísima experiencia de la reclusión. Comienza a publicar en fanzines y otros medios alternativos, convirtiéndose en un activo miembro de la cultura antioficialista de los años 90. Su obra se antologa en diversos volúmenes, entre los que destaca Feroces (radicales, marginales y heterodoxos en la última poesía).

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