Él es el autor más joven de los 50 incluidos en Narrando Contracorriente, y, quizá por esta suerte, ahí radique el descaro, la intención. Pero no nos equivoquemos, asistimos a un autor maduro en estilo, y en esta consecuencia, con su relato aquí, nos propone un juego, manteniendo un pulso continuo a las emociones, no exento de magia. Puede que porque somos una sociedad adictiva: al afecto, a la pasión, al cariño, a la ternura, nos empeñamos en llenar los vacíos con adrenalina química, emocional, mental. Escandar Algeet, con su texto, te llevará al fondo del precipicio y allí te tiene preparada una gran cama elástica para amortiguar el corazón una y otra vez y una y otra vez...y otra vez...y otra...y
G.B
Nace en Palencia en el 84, y allí –dice – que se crió rodeado de mujeres que le biencuidaron hasta verle hecho todo un hombrecito. Dice que es de esa generación que creció en el interior de una sala de máquinas, la adolescencia – dice- me sentó como un fin de siglo y ya en el nuevo milenio me dije que lo mío tendría algo que ver con hacer películas, y me puse a ello.
Estudió dirección cinematográfica en Ponferrada, ciudad sin ley, y luego vino a Madrid a enamorarse de la ciudad y de alguno de sus habitantes. O de alguna, para ser más exactos. Durante todo este puñao de años ha trabajado un poco de todo pero sobre todo detrás de una barra. Ha escrito un libro (Alas de Mar y Prosa, Ed. YLDCP, 2010) que Marcus e Isa tuvieron la valentía y el cariño de publicarle, ha editado la revista Pro-vocación, que es como el gato rebelde de la poesía (nunca sabes dónde y cuándo encontrarla) y sigue metido en mil movidas de letras y fotogramas que no le dan de comer pero sí le quitan el hambre perenne que tiene…de vida.
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